sábado, 26 de junio de 2010

Cuando uno queda mentalmente pasado de revoluciones después de usar mucho la cabeza

Qué buena onda la mente. Es increíble cómo baja y sube de revoluciones de acuerdo con lo que necesitás usarla. En épocas de exámenes, uno se pone mentalmente más activo, los pensamientos corren a toda velocidad, se está más ácido, más rápido, etc. Sentís que nadie te para, que podés aprender todo lo que se te cruce por la cabeza y asociar todas las ideas más locas. Se te ocurren mil proyectos. Y la macana es que, por tener que dedicar el tiempo a estudiar para los exámenes de la facultad, no podés dedicar esas energías mentales a las cosas a las que verdaderamente las querrías dedicar. Porque seamos sinceros, por mucho que uno ame lo que estudia, el hecho de tener que estudiarlo en un marco obligatorio le quita mucho del atractivo.
Capaz es esto lo que hace que uno busque caños de escape mentales. O sea, temas o áreas del conocimiento nuevas que nos sirvan para contraponer a lo que estamos obligados por las circunstancias a estudiar. A mí este tiempo me pasó mucho con el alemán. Actuó un poco como la "resistencia" contra la obligación de dedicar esfuerzos mentales extraordinarios a la facultad. Y es obvio que la resistencia, la rebeldía, siempre atrae más que lo impuesto, aunque uno haya buscado esa imposición. Porque cuando te imponen algo, estás dependiendo del criterio ajeno. Cuando vos elegís sin ningún tipo de imposición ajena, lo disfrutás increíblemente.
Y es verdaderamente engarronante que ese efecto de actividad mental plena desaparezca tan pronto una vez que uno rinde todo. Ni bien das el último examen, decís "vamos carajo! terminé pero mi cabeza sigue a mil, tengo que aprovecharla para hacer el triple de cosas de las que hacía antes". Pero pronto caés en la realidad de que esa aceleración mental cae rápido. Volvés a la normalidad, e incluso como si fuera una resaca a veces te terminás volviendo muy pelotudo posteriormente. Una forma de evitar en parte el volver a la normalidad es mantenerse haciendo muchas cosas... pero eso puede llevar a pasarte de rosca y terminar durmiendo poco, cansándote demasiado, etc. Es complicado.
Y peor, mucho peor, es cuando las energías mentales extraordinarias te bajan en medio de una seguidilla de exámenes. Es como estar abrigado en la calle un día de invierno y que te vaya desapareciendo la campera pero intevitablemente, hasta que te estés cagando maaal de frío.
Bueno en fin, sería la posta poder ser mentalmente sobrehumano todo el tiempo, y no sólo en períodos selectivos que finalmente vas a tener que dedicar a cosas que mal que bien no disfrutás mucho que digamos por su naturaleza obligatoria. Che igual me acabo de dar cuenta de que todo esto que escribí es una cosa medio conceptual-abstracta que ni da ejemplos prácticos. Pero bueno la fruta sirve para rellenar el blog hasta que surjan artículos con más contenido.

1 comentario:

  1. Es muy cierto lo que decís. No te pasa que cuando tenés que estudiar, además de verte tentado por otras áreas del conocimiento como vos decís, también de pronto y sorpresivamente te surge la voluntad de hacer cosas engorrosísimas que hace mucho deberías haberlas hecho y que nunca las hiciste? Son cosas que, además, para colmo de males, no son urgentes: ordenar los archivos y carpetas de la computadora, organizar los apuntes de materias anteriores, adelantar laburo atrasado pero sólo porque "te entusiasma" (!), limpiar la mesa de la computadora, pasar la música de la PC a cd's, grabar películas... Todo funciona así porque el ser humano detesta las obligaciones. ¿Viveremos en el reino de la histeria?

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